Los habitantes cristianos de la ciudad de Otranto, ubicada en la península de Salento al sur de Italia, hoy conocida como el tacón de la bota italiana, sufrieron un asedio por parte del ejercito Otomano en el siglo XV.
Esta es su historia.
Siguiendo el ejemplo bíblico de Jesús de Nazaret, que se enfrentó a la muerte y dio su vida en nombre del mensaje de salvación que predicó a lo largo de su obra, también los primeros seguidores de Jesús, los cristianos, resistieron torturas, persecuciones y muertes, para defender su religión. No solo durante la antigüedad, sino en la baja edad media.
Un 14 de agosto de 1480, soldados turcos comandados por Gedik Ahmen Bajá, asediaron la ciudad durante 15 días. Las tropas turcas compuestas por 18.000 hombres masacraron a los defensores de la ciudad, se dirigieron a la catedral para ser despojada de sus símbolos cristianos y asesinar al arzobispo Stefano Agrícola.
Los otomanos procedieron a reunir a los supervivientes de Otranto, 800 hombres que estaban exhaustos, golpeados y hambrientos, todos fueron tomados como prisioneros y llevados ante Ahmen Bajá, quien al recibirlos le propuso que abandonaran la fe cristiana y se convirtieran al islam, sino morirían.
Sin embargo, uno de los 800 prisioneros, Antonio Primaldi, se acercó a hablar con sus compañeros y exclamó que estaba dispuesto a morir por Cristo mil veces. Según el cronista Giovanni Laggetto, Primaldi añadió:
“Hermanos míos, hasta hoy hemos luchado en defensa de nuestra patria, para salvar nuestras vidas, y por nuestros señores; ahora es tiempo de que luchemos por salvar nuestras almas para nuestro Señor, para que habiendo muerto en la cruz por nosotros, bueno es que muramos por él, manteniéndonos firmes y constantes en la fe, y con esta muerte terrena consigamos la vida eterna y la gloria de los mártires”.
Este ejemplo de fidelidad a la cristiandad, por parte de los 800 prisioneros de Otranto que gritaron al unísono que ellos también estaban dispuestos a morir mil veces por Cristo, ocasionó que Ahmen Bajá, ordenara la ejecución de todos.
Este hecho histórico protagonizado por cristianos, fue tomado como referencia en todo el hemisferio occidental, como testimonio de fe, jamás había ocurrido que habitantes de una ciudad resistieran a tan feroz asedio y no renunciaran a su religión. Por eso, el Papa Clemente XIV beatificó a los 800 mártires de Otranto el 14 de diciembre de 1771, reconociendo que eran verdaderos mártires.
Pasaron 533 años desde el asesinato de los 800 mártires de Otranto para que fueran canonizados.
Hacía falta un milagro que fuera reconocido por el Vaticano, hasta que finalmente fue reconocido un milagro con la curación de la religiosa Clarisa Sor Francesca Levote, quien tenía un tumor maligno que hizo metástasis y ella se encomendó a los mártires de Otranto con mucha fe y fue «curada milagrosamente».
Este milagro, daría el paso final para la canonización de los 800 beatos mártires de Otranto el 12 de mayo de 2013, por orden del Papa Francisco.
«Mientras que veneramos a los Mártires de Otranto, pedimos a Dios que apoye a los cristianos que, hoy, en muchas partes del mundo, ahora siguen sufriendo violencia y que les dé el coraje para tener fe y responder al mal con el bien», dijo el Papa Francisco ante más de 7.000 personas en el momento de la canonización de los 800 mártires, en la Plaza de San Pedro del Vaticano.
