La Unión Europea se encuentra en una encrucijada respecto a su apoyo a Ucrania, tras el fracaso en la aprobación de un plan de ayuda drásticamente reducido luego de la llamada entre Donald Trump y Vladimir Putin y a tan solo dos semanas después de haber sido anunciado.
La propuesta inicial de la alta representante del bloque para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Kaja Kallas, que contemplaba 40.000 millones de euros, se vio reducida a 5.000 millones, una cifra ocho veces menor, y aun así, fue rechazada por Francia e Italia en una reunión en Bruselas.
Según diplomáticos europeos que hablaron bajo condición de anonimato con Bloomberg, la resistencia de Francia e Italia se debe a la reticencia a comprometer cifras «desmesuradas». Italia, junto con otros Estados, exige más detalles técnicos y financieros, argumentando que la iniciativa aún está en desarrollo. Francia, por su parte, prioriza la implementación de los 18.000 millones de euros que la UE aporta al paquete de préstamos del G7 a Kiev.
El desmoronamiento de la «Coalición de los Dispuestos»
En una videollamada durante la reunión, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, instó a la UE a «no disminuir, sino continuar y aumentar» su apoyo. Kallas, por su parte, insistió en la necesidad de aprobar al menos una parte «realista» del plan, sugiriendo un acuerdo a corto plazo si no se logra un consenso para todo el año.
La propuesta inicial de Kallas de 40.000 millones de euros se basaba en una «coalición de los dispuestos» para eludir la oposición de Hungría y Eslovaquia. Sin embargo, esta idea fue rápidamente rechazada por Italia, Francia, España y Portugal, lo que obligó a la reducción del plan.
Según fuentes de Politico, el fracaso del plan se atribuye a errores estratégicos de Kallas, quien no logró obtener la aprobación previa de actores clave ni los consultó adecuadamente. «Fue un desastre», afirmó un diplomático. «Ella todavía se comporta como una primera ministra, no se ha dado cuenta de que ahora tiene un trabajo diferente». La falta de apoyo de países clave como Francia y de figuras influyentes como Bjorn Seibert, asistente de Ursula von der Leyen, también jugó un papel crucial.