El Papa Francisco, aún recuperándose de una grave neumonía que lo mantuvo hospitalizado durante 38 días, ha dejado su impronta en la Semana Santa de 2025 con unas meditaciones para el Vía Crucis del Coliseo de Roma que resuenan como un manifiesto contra la lógica implacable del sistema económico global.
Aunque su salud le impidió estar presente, sus palabras, leídas por el Cardenal Baldassare Reina, Vicario de la Diócesis de Roma, interpelaron a fieles y no creyentes por igual: “La economía de Dios no mata, ni aplasta, no descarta; es humilde, fiel a la tierra”.
El Pontífice contrapuso la economía divina, inclusiva y solidaria, a la “deshumana” economía de algoritmos y cálculos fríos que rige el mundo actual, donde “noventa y nueve valen más que uno” y donde “hemos construido un mundo de frías lógicas e intereses implacables”. Francisco denunció las heridas sociales provocadas por la indiferencia y la marginación, y llamó a la conversión: “¡Renuévanos, Señor! Somos niños que lloran, jóvenes que se sienten despreciados, ancianos que aún sueñan”.
Francisco subraya que el camino de Jesús “es el camino de las Bienaventuranzas: no destruye, sino que cultiva, repara, protege”.