Las medidas arancelarias tomadas por el presidente Trump durante su segundo mandato han reavivado el debate sobre cómo realmente se fabrican los productos de las grandes marcas de lujo. La industria de la moda, conocida por su secretismo, enfrenta cada vez más cuestionamientos sobre su cadena de producción.
En los últimos años, han salido a la luz casos de violaciones laborales y problemas ambientales, lo que ha obligado a algunas marcas a intentar mostrar mayor transparencia. Aun así, varios reportajes e investigaciones han revelado que muchas de ellas siguen fabricando parte de sus productos en China, aunque las etiquetas digan que fueron hechos en países europeos.
La verdad de la cadena de producción
Un ejemplo claro es el de Dior. Un informe de Forbes en 2024 reveló que una corte italiana descubrió que contratistas de la marca, que forma parte del conglomerado LVMH, habían explotado a trabajadores en fábricas chinas ubicadas en Italia. Estas condiciones permitieron que bolsos hechos en situaciones cuestionables llevaran la etiqueta «Made in Italy».
Además, se encontró que estas fábricas operaban con trabajadores sin papeles, turnos laborales muy largos y sin medidas adecuadas de salud y seguridad.
En 2025, este tema se volvió viral en redes sociales como TikTok. Fabricantes chinos comenzaron a mostrar cómo elaboran productos que no solo se parecen a los de las marcas de lujo, sino que en algunos casos aseguran ser los proveedores reales. Muchos de esos productos, que se venden por miles de dólares, tienen un costo de producción sorprendentemente bajo.
Por ejemplo, un fabricante chino dijo producir bolsos de Hermès que se venden por 35.000 dólares, pero que en realidad cuestan solo 1.250 dólares fabricarlos.
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Este tipo de revelaciones ha aumentado la presión sobre las marcas para ser más transparentes, provocando una ola de críticas, e incluso llamados al boicot, por parte de consumidores en redes sociales.
Mientras tanto, el panorama internacional también suma presión. China, en respuesta a los aranceles de Trump, decidió dejar de recibir nuevos aviones de Boeing, lo que encarecerá tanto los aviones como las piezas fabricadas en Estados Unidos. Esto afectará a las aerolíneas, que tendrán menos opciones y mayor dificultad para mantener sus flotas, lo que podría aumentar los costos de transporte y envío de mercancías a nivel global.