La violencia empezó con un ataque el jueves de los partidarios de Al Asad contra las fuerzas de seguridad en la ciudad de Jablé, en la gobernación de Latakia, en el oeste.
Esta región es la cuna de la comunidad musulmana alauita de la que proviene el clan Al Asad.
Según la ONG Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH), desde el jueves 745 civiles alauitas murieron en las regiones de la costa y las montañas de Latakia a manos de las fuerzas de seguridad y de grupos afiliados.
Además también murieron al menos 273 miembros de las fuerzas de seguridad y combatientes favorables a Asad, según la misma fuente.
La comunidad alauita es una rama del islam chiita.
«Lo que está pasando en el país (…) son desafíos que eran previsibles. Tenemos que preservar la unidad nacional, la paz civil, tanto como sea posible y, si Dios lo quiere, seremos capaces de vivir juntos en este país», declaró Al Sharaa en un discurso en una mezquita de Damasco, la capital.
El actual presidente de facto, dirigió la coalición islamista que derrocó a Al Asad, miembro de la minoría musulmana alauita.
Tras el ataque del jueves, las fuerzas de seguridad enviaron refuerzos y llevaron a cabo importantes operaciones en la región.
Según el OSDH hubo «ejecuciones por motivos religiosos o regionales».
En las redes sociales hay numerosos testimonios de familiares o amigos de las víctimas sobre abusos contra civiles alauitas, que la agencia AFP no ha podido verificar de manera independiente.
«Masacres de inocentes»
Una fuente de seguridad citada por la agencia oficial Sana informó el viernes de «abusos aislados», imputándolos a «multitudes» que actuaban en represalia al «asesinato de varios miembros de las fuerzas de policía y de seguridad» por parte de «fieles al antiguo régimen».
Después de más de 13 años de guerra civil, el restablecimiento de la seguridad es el principal desafío para el nuevo poder sirio.
Al Sharaa pidió el viernes a los insurgentes alauitas que «depongan las armas antes de que sea demasiado tarde».
Contexto de la situación en Siria
Al Asad fue derrocado en diciembre de 2024 por una alianza de rebeldes islamistas sunitas encabezada por el grupo radical Hayat Tahrir al-Sham (HTS) de Al Sharaa. Luego huyó a Moscú con su familia.
Varias iglesias sirias han denunciado la «matanza de civiles inocentes» y han pedido «que se ponga fin inmediatamente a estos actos horribles».
Según el Ministerio de Defensa «las carreteras que conducen a la región costera fueron cerradas para evitar abusos» y se dio orden a las fuerzas de seguridad de «restablecer el orden» en Jablé, Tartús y Latakia, donde detuvieron a un «gran número de saqueadores».
El OSDH y varios activistas publicaron el videos que muestran docenas de cuerpos vestidos de civil en el patio de una casa con mujeres llorando junto a ellos.