Lo que en apariencia se presenta como una Guerra Comercial es, en su núcleo, una pulseada titánica por la supremacía en un tablero mundial que se resiste a la unipolaridad estadounidense. ¿Quién mueve mejor sus piezas en esta compleja partida? La respuesta, lejos de ser dicotómica (dual y opuesta), revela un panorama de cambios tectónicos en el orden global.
Las cifras macroeconómicas se mueven al compás de aranceles punitivos y restricciones comerciales, pero la verdadera melodía de la confrontación entre EE.UU y China en las partituras del poder geopolítico en esta nueva lucha por la producción y el suministro mundiales.
China, con su disciplina y costos operativos, ha construído una intrincada red que la convierte en la fábrica del mundo. La Organización Mundial del Comercio (OMC) ha documentado consistentemente la posición dominante de China en la producción de bienes manufacturados a nivel global.
La estrategia de «friend-shoring» (estrategia comercial que implica reubicar las cadenas de suministro hacia países considerados aliados políticos y económicos), impulsada por Washington, que busca diversificar las cadenas de suministro hacia naciones aliadas, tropieza con una realidad ineludible.
La escala y la eficiencia china son difíciles de replicar sin una inversión masiva y una coordinación internacional como analizan diversos informes del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la fragmentación de las cadenas de suministro.
En otro sentido, Estados Unidos aún ostenta un liderazgo crucial en la vanguardia tecnológica. Gigantes como Alphabet (Google), Apple y Amazon no solo dominan el software y la infraestructura de internet, sino que también mantienen una ventaja significativa en el diseño y la propiedad intelectual de semiconductores avanzados, aunque la fabricación se concentre en otras regiones.
EE.UU.: entre el discurso moral y el músculo financiero.
Estados Unidos se presentó siempre como guardián de la democracia y los derechos humanos. Pero su historial revela un patrón pragmático: intervenciones armadas, sanciones económicas y apoyo a regímenes autoritarios si servían a sus intereses.
Al respecto el escritor Noam Chomsky dijo; “Estados Unidos tiene un largo historial de apoyar dictadores cuando conviene a sus intereses estratégicos.”
La administración Biden, al igual que Trump, justifica sus restricciones a China en nombre de la “seguridad nacional” y el “liderazgo tecnológico”, pero muchos analistas lo ven como un freno desesperado al ascenso de un competidor estructural.
Las cartas de Estados Unidos consisten en desplegar su poderío militar a través de bases estratégicamente ubicadas y de alianzas como la OTAN, mientras que China avanza en un frente menos visible pero igualmente efectivo. La inversión y la diplomacia silenciosa.
China como alternativa en la guerra comercial
Como contra medida en esta guerra comercial China, con el ascenso de Huawei, TikTok (ByteDance) y Baidu, y la creación de un ecosistema digital propio, evidenció una determinación por reducir su dependencia tecnológica. Sin embargo, la dependencia de ciertos componentes clave, particularmente en la fabricación de chips de última generación, sigue siendo una vulnerabilidad estratégica, reconocida incluso en documentos estratégicos del gobierno chino.
Pero al mismo tiempo China es el mayor productor y exportador de las llamadas «Tierras raras» imprescindibles para la fabricación de esos semiconductores y Chips lo que le otorga la ventaja estratégico en el campo de tecnología haciendo que sea solo cuestión de tiempo lograr el liderato.
La Iniciativa de la Franja y la Ruta, un ambicioso proyecto de infraestructura que conecta Asia, África y Europa, se ha convertido en un vehículo para expandir la influencia china sin las ataduras de las condicionalidades políticas occidentales.
Más allá de tarifas y sanciones, lo que está en juego es el modelo que dominará el siglo XXI. Estados Unidos, pese a su narrativa democrática, se enfrenta a una realidad incómoda, ya no puede imponer su visión sin resistencia en éste nuevo escenario mundial.
“La inversión de China en África no viene con condiciones políticas adjuntas y no interferirá en la política interna ni hará demandas que la gente sienta difíciles de cumplir.” Señalaba Xi jinping en su visita de 2018.
Un Análisis del Banco Mundial de Kristalina Georgieva, directora del FMI, del 2019 y el Center for Global Development examinaron el alcance y las implicaciones geopolíticas de la BRI. Concluyendo que la ausencia de exigencias por parte de China contrasta con el discurso occidental, generando atractivo en naciones que priorizan la inversión y la no interferencia en sus asuntos internos.
“No hay ganadores en una guerra comercial.” puntualizó.
Asimismo Oliver Stuenkel, politólogo brasileño declaró a Para el Sur Global, China es vista como un socio menos moralista, y eso le da una ventaja real.

El Sur Global: un nuevo campo de batalla.
El tablero geopolítico de esta guerra comercial se ha complejizado con la emergencia del Sur Global como un actor cada vez más independiente. La mayoría de los países en desarrollo han dejado de suscribir acríticamente el relato occidental y ven en China un socio comercial y financiero que no impone condiciones políticas y de soberanía onerosas como tradicionalmente ha hecho occidente con su discurso sobre la libertad, democracia y DD.HH.
Esta nueva realidad se tradujo en una pérdida de influencia para Estados Unidos en África, América Latina y partes de Asia, donde la oferta china de inversión sin «lecciones» ideológicas resulta más atractiva, como se evidencia en los patrones de votación en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y en los crecientes lazos comerciales bilaterales con China.
En resumen, las potencias emergentes y los países en desarrollo no quieren regresar al binarismo de la Guerra Fría. Necesitan inversiones, tecnología y estabilidad, y muchos encuentran en China una opción menos intrusiva que la ofrecida tradicionalmente por occidente.
Por ahora como una primera “radiografía” surgen ciertos elementos de ventaja en distintos campos que van modelando o perfilando el desarrollo a largo plazo de este enfrentamiento por la hegemonía entre las dos principales potencias mundiales y su equilibrio inestable.
Campo | Ventaja |
Producción global | 🇨🇳 China |
Dominio tecnológico | 🇺🇸 EE.UU. |
Influencia en el Sur | 🇨🇳 China |
Poder militar | 🇺🇸 EE.UU. |
Control de normas | 🇺🇸 EE.UU. (aún) |
Control de recursos | 🇨🇳 China (en ascenso) |
Hacia una coexistencia tensa.
Todo parece apuntar a que la guerra comercial no se ganará con aranceles ni sanciones unilaterales, sino con resistencia estratégica a largo plazo, adaptabilidad y la capacidad de construir y mantener alianzas sólidas.
Estados Unidos se encuentra en la posición de defender una hegemonía en declive, enfrentando el desafío de una potencia en ascenso que opera con una lógica y prioridades diferentes.
Lo más probable es que vivamos en un mundo donde ninguno podrá dominar al otro completamente. Habrá tensiones, bloques de influencia, acuerdos paralelos y una coexistencia tensa, no muy diferente a una nueva Guerra Fría. Pero, con un nivel de interdependencia económica que la distingue de la anterior. La clave para ambas potencias, y para el resto del mundo, radicará en gestionar esta competencia de manera que se eviten conflictos directos y se promueva una estabilidad global, aunque sea precaria.