
Washington ha enviado una flota de bombarderos estratégicos furtivos B-2 Spirit a su base secreta en la isla de Diego García, en el Océano Índico, según informaciones recientes del portal The War Zone. La base también ha recibido refuerzos logísticos, incluyendo aviones cisterna y de carga, lo que sugiere preparativos para una operación militar a gran escala.
De acuerdo con los datos del sistema de Avisos para Misiones Aéreas (NOTAM), se ha declarado una zona de exclusión aérea sobre Diego García, un atolón ubicado en el océano índico controlado por EE.UU y el Reino Unido hasta el 1 de mayo. Estas medidas suelen tomarse cuando se realizan maniobras militares, entrenamientos secretos o despliegues en anticipación a posibles conflictos.
Imágenes satelitales y reportes de inteligencia indican que al menos cuatro bombarderos B-2, junto con tres aviones de carga C-17 y diez aviones cisterna, han sido enviados a la base. Esta movilización sugiere un movimiento inusual de recursos estratégicos que podría estar vinculado con tensiones en la región.
¿Por qué Diego García es clave en este escenario?

Ubicación estratégica: Permite operaciones en el Medio Oriente sin depender de bases en países más cercanos que podrían limitar su uso por razones políticas.
Seguridad y discreción: Es una base ultrasecreta en un atolón controlado por EE.UU. y el Reino Unido, lo que permite operaciones sin interferencias.
Capacidad de ataque de largo alcance: Desde Diego García, EE.UU. puede lanzar ataques sobre Yemen sin necesidad de depender de portaaviones o bases en Arabia Saudita o Qatar.
El atolón de Diego García está ubicado a unos 3,500 km de Yemen, una distancia que los B-2 pueden cubrir fácilmente sin necesidad de reabastecimiento inmediato.
Estados Unidos y sus aliados han intensificado en los últimos meses los ataques contra los rebeldes hutíes en Yemen, en respuesta a los ataques que estos han lanzado contra barcos en el Mar Rojo en defensa de Palestina. La llegada de bombarderos furtivos a Diego García podría indicar una escalada en la respuesta militar estadounidense contra los hutíes, o incluso contra infraestructuras clave en Yemen.
Asimismo, podría tratarse de un mecanismo de disuasión contra Irán. Yemen es un punto clave en la guerra indirecta entre EE.UU. e Irán, ya que Teherán ha respaldado por lo menos declarativamente a los hutíes y mantiene tensas relaciones con EE.UU por las sanciones unilaterales que han sido usadas en contra de Irán como mecanismo de “Máxima presión” recientemente anunciadas por Donald Trump.
Trump dijo al gobierno iraní que cesara su apoyo al movimiento yemení «de manera inmediata». «No amenacen al pueblo estadounidense, a su presidente, […] ni a rutas marítimas mundiales. Si lo hacen, cuidado, porque EE.UU. los hará plenamente responsables, y ¡no seremos amables al respecto!», subrayó.
Diego García es un punto estratégico para operaciones con drones y vigilancia aérea. La presencia de los B-2 podría reforzar el monitoreo de la región.
y coinciden con una preparación para operaciones de largo alcance que desde esta base, EE.UU. podría realizar ataques sin depender de portaaviones o bases en países del Golfo Pérsico.
Si bien la atención se centra en Yemen, el despliegue también puede ser parte de una estrategia más amplia para proyectar poder en el Indo-Pacífico, en un momento en que las tensiones entre EE.UU. y China han aumentado por el Mar de China Meridional y Taiwán.