En Araira, estado Miranda, en el centro-norte de Venezuela, una comunidad organizada crece en producción, solidaridad y conciencia popular.
Se trata de la «Comuna La Ruta de la Mandarina», formada por productores comuneros que no sólo siembran en las laderas de las montañas cientos de hectáreas del fruto cítrico, también cultivan con tesón y sabiduría una experiencia socioproductiva comunitaria, que refleja los avances tangibles que viene dando el Poder Popular en ese país caribeño.
Más allá de los abundantes sembradíos, La Ruta de la Mandarina se perfila como un nuevo modelo de autogestión en el que las propias comunidades debaten, planifican, gestionan y ejecutan los proyectos más beneficiosos para las 6 mil familias, agrupadas en 17 consejos comunales que habitan en la zona. Es una muestra de la Venezuela más allá de las redes.