Muchas investigaciones ya comienzan a alertar sobre correlaciones entre el aumento de cuadros de ansiedad, angustia y depresión en personas (especialmente jóvenes y adolescentes) con rasgos de personalidad proclive a tales trastornos y el tiempo de uso y exposición en redes y pantallas.
Y hay hipótesis bastante firmes en cuanto a las afectaciones cognitivas como la capacidad de concentración y atención en personas que, igualmente, mantienen altos niveles de uso y exposición. Además, cuadros de alteración emocional y afectiva producidas por el desarrollo de “hábitos adictivos” que quedan fuera de control de la persona y lo apegan al uso constante y desmedido de los dispositivos