Tras el fallecimiento del Papa Francisco, la Iglesia Católica se prepara para un nuevo cónclave que definirá el rumbo espiritual y político del Vaticano.
Más allá de los nombres que comienzan a sonar, una dimensión clave de este proceso reside en las órdenes religiosas, cuya influencia ha sido determinante a lo largo de la historia.
Órdenes religiosas y su influencia histórica
A lo largo de los siglos, varias órdenes religiosas han contribuido al liderazgo de la Iglesia Católica:
- Benedictinos: Con 23 papas, esta orden monástica ha sido la más representada en el papado.
- Franciscanos: Han aportado 17 pontífices, destacando su enfoque en la pobreza y la humildad.
- Dominicos: Con 7 papas, conocidos por su dedicación a la predicación y la enseñanza.
- Agustinianos: Han tenido 6 representantes en el trono de San Pedro.
- Cistercienses: Con 2 papas, esta orden se ha caracterizado por su vida contemplativa.
- Teatinos: Han tenido un papa, Pablo IV.
- Jesuitas: El Papa Francisco fue el primer pontífice de esta orden, conocida por su labor educativa y misionera.
Estas órdenes no solo han producido papas: han moldeado líneas doctrinales, impulsado reformas y ejercido influencia diplomática y pastoral en los cinco continentes. Su presencia en la curia romana, en redes educativas y misioneras, y en el diálogo con los desafíos contemporáneos les confiere un peso considerable en la elección papal.
Aunque pertenecer a una orden no es requisito para ser elegido, los cardenales electores suelen valorar la formación y espiritualidad asociadas a estas comunidades. En particular, órdenes con fuerte presencia global o posicionamiento doctrinal claro podrían tener ventaja en este nuevo cónclave.
Sin embargo, la elección del papa Francisco en 2013 (el primer jesuita, y primer papa no europeo en más de 1300 años) demostró que la elección del próximo pontífice podría romper nuevamente las viejas influencias.