Lista negra y ataques en redes enrarece un clima universitario estadounidense cada vez más tenso por la ocupación israelí en Palestina. Una red de grupos pro-Israel ha intensificado sus tácticas para identificar, exponer y dañar las perspectivas académicas y profesionales de estudiantes y académicos que defienden los derechos de los palestinos o critican las políticas de Israel.
Estas acciones, que incluyen la creación de listas negras en línea como la de «Canary Mission», el acoso en redes sociales y la presión sobre las universidades para sancionar a los activistas, han generado una profunda preocupación por la libertad de expresión, el debido proceso y la potencial discriminación basada en opiniones políticas y origen étnico o religioso en EE.UU.
«Canary Mission»: Exponiendo y Marcando a los «Radicales» en la lista negra

¿Por qué se llama Misión Canario? Esta metáfora de origen “británico” tiene que ver con que históricamente, los mineros llevaban canarios a las minas de carbón. Estas aves son mucho más sensibles que los humanos a los gases tóxicos, como el monóxido de carbono. Si el canario se enfermaba o moría, era una señal de alerta temprana para que los mineros evacuaran la mina antes de verse afectados por el gas venenoso.
Al adoptar este nombre, la organización probablemente se auto percibe como un sistema de “alerta temprana”. En su perspectiva, estarían «señalando» o «advirtiendo» sobre individuos en los campus universitarios cuyas acciones o discursos consideran peligrosos, antisemitas o una amenaza para Israel y la comunidad judía, alertando así a la sociedad (empleadores, comunidad, etc.) sobre un supuesto peligro mayor.
Funciona como el centro de esta estrategia de la lista negra. «Canary Mission» es un sitio web que se dedica a exponer a individuos que, según sus creadores, promueven el odio a los judíos e Israel. Sin embargo, numerosos críticos argumentan que la plataforma etiqueta injustamente a activistas pro-Palestina, recopilando información pública de sus redes sociales, detalles académicos y laborales para crear perfiles detallados.
El objetivo declarado con estas listas negras de «Canary Mission» es claro: «asegurar que los radicales de hoy no sean los empleados de mañana». Para lograrlo, el sitio publica perfiles con fotografías y enlaces a las redes sociales de los estudiantes y académicos, acusándolos a menudo de apoyar el terrorismo o difundir antisemitismo e incitación al odio contra Israel.
Las consecuencias para las personas perfiladas en la «Lista negra» pueden ser devastadoras. Layla Sayed, una estudiante de la Universidad de Pensilvania, experimentó de primera mano el impacto de aparecer en «Canary Mission». Tras participar en una protesta pro-Palestina, su fotografía con flechas rojas apuntándole apareció en el sitio, etiquetándola como «Apologista de los Crímenes de Guerra de Hamas». Posteriormente, Sayed fue objeto de una avalancha de comentarios abusivos en línea, incluyendo mensajes de odio y amenazas de deportación a Gaza. «No hay futuro para esa c***,» escribió un usuario de X. «Candidata para deportación a Gaza,» añadió otro.
Sayed, quien aclaró que su participación en la protesta se debió a su convicción de que «lo que está pasando en Palestina está mal» y que no apoyaba a Hamas ni odiaba a Israel, se mostró impactada por la reacción. «Mi reacción inicial fue de absoluta conmoción,» dijo a Reuters.
Diez de los estudiantes entrevistados por la cadena Reuters expresaron su temor de que aparecer en «Canary Mission» y su lista negra pudiera arruinar sus carreras, ya que el sitio «suele estar entre los primeros resultados de búsqueda en Google de sus objetivos». La naturaleza anónima del liderazgo y la financiación de «Canary Mission» dificulta aún más la búsqueda de recursos legales para las víctimas de lo que algunos consideran ciberacoso o “doxing” (exposición).
A pesar de las críticas, «Canary Mission» se defiende argumentando que está trabajando «sin descanso» para combatir una «ola de antisemitismo» en los campus universitarios desde el 7 de octubre. El sitio afirma verificar la información que publica en su Lista negra a través de fuentes públicas.
Legalmente, gran parte del contenido de «Canary Mission» está protegido por la Primera Enmienda de la Constitución de EE.UU. sobre la libertad de expresión, lo que complica las demandas por difamación. «Generalmente no es ilegal publicar información sobre alguien sin su consentimiento cuando la información es precisa y se adquirió legalmente del dominio público,» explicó Eugene Volokh, profesor de derecho de UCLA.
Una estrategia amplia y la amenaza de deportación
«Canary Mission» es solo parte de una estrategia más amplia empleada por grupos pro-Israel para desalentar el apoyo a los derechos palestinos en los campus estadounidenses. Se ha informado que funcionarios israelíes, «desde Netanyahu hacia abajo», están dedicando recursos para contrarrestar la defensa de los derechos palestinos y el movimiento BDS (Boicot, desinversión y sanciones). Estas tácticas incluyen amenazas legales, monitoreo y vigilancia de activistasa través de Lista negra, obstáculos burocráticos y sanciones por parte de las administraciones universitarias.
La situación ha escalado con la amenaza de deportación para estudiantes extranjeros que participan en protestas pro-Palestina. El arresto del estudiante de Columbia Mahmoud Khalil, tras ser objeto de una campaña de doxing, marca un punto de inflexión preocupante. Betar US, una rama de, un movimiento juvenil sionista fundado en 1923 por Ze’ev Jabotinsky, quien promovió la idea de un fuerte militarismo judío y la expansión territorial. El grupo afirma tener sucursales en todo el mundo, incluyendo delegaciones en Estados Unidos.
El grupo calificado de extremista por la ADL (Liga Antidifamación), se atribuyó el mérito de haber proporcionado el nombre de Khalil al gobierno para su deportación en su Lista negra.
En el comunicado, Betar afirmó estar trabajando en deportaciones y advirtió que esto podría extenderse a ciudadanos naturalizados: «Esperen que ciudadanos naturalizados comiencen a ser detenidos en el plazo de un mes,» decía su publicación en X.
El grupo alega tener «documentación, incluyendo grabaciones, redes sociales y más» para respaldar sus acciones y afirma compartir nombres con altos funcionarios del gobierno.
Ross Glick, ex director ejecutivo del capítulo estadounidense de Betar, declaró que la lista de personas a deportar comenzó a formarse el otoño anterior y que el cambio de administración había sido beneficioso para su iniciativa. Durante su campaña presidencial de 2024, Donald Trump prometió deportar a estudiantes extranjeros involucrados en protestas pro-Palestina.
El arresto de Khalil ha sido ampliamente condenado por defensores de la libertad de expresión, quienes lo ven como una violación flagrante de sus derechos. Incluso dentro de la comunidad judía estadounidense, existe una división sobre estas acciones.
Si bien la ADL inicialmente acogió con satisfacción los esfuerzos para contrarrestar el antisemitismo en los campus, enfatizó la necesidad de «protecciones del debido proceso». Sin embargo, muchos grupos judíos progresistas y de izquierda han condenado el arresto de Khalil como una peligrosa violación de la libertad de expresión. «Independientemente del contenido del discurso del Sr. Khalil, creemos firmemente que su arresto no contribuye en nada a hacer que los judíos estén más seguros,» afirmaron varios grupos en una carta al Departamento de Seguridad Nacional.
El profesor David Myers de UCLA cree que la administración Trump está «instrumentalizando y utilizando el antisemitismo como arma para obtener beneficios políticos», buscando debilitar a las universidades como actores progresistas resaltado lo peligroso de la Lista negra para la democracia.
Acusaciones falsas y censura selectiva

Una táctica común utilizada contra activistas pro-Palestina son las acusaciones falsas de antisemitismo y apoyo al terrorismo. Estudiantes musulmanes y árabes son particularmente susceptibles a estas acusaciones debido a «estereotipos islamófobos existentes».
Naomi Dann, de Jewish Voice for Peace (JVP), señala cómo los administradores universitarios a veces se apoyan en estos estereotipos al tratar a grupos como Students for Justice in Palestine (SJP). También se ha observado el patrón de llamar a estudiantes o profesores judíos que apoyan los derechos palestinos como «judíos que se odian a sí mismos«, cuestionando su identidad judía e incluso utilizando insultos raciales.
Incidentes como el de Ramie Abounaja en George Washington University ilustran la aplicación selectiva de normas para reprimir la expresión pro-Palestina. Se le exigió retirar una bandera palestina de su ventana mientras otras banderas no eran cuestionadas.
Si bien la universidad inicialmente justificó la acción con base en normas de conducta residencial, luego el presidente de la universidad se disculpó, reconociendo la desafortunada situación. Palestine Legal (una organización que brinda apoyo legal a personas que defienden los derechos de Palestina) argumentó que la universidad estaba tratando diferentes mensajes de manera dispar basándose en la controversia que provocaban.
El legado de las listas negras y el impacto en la libertad de expresión.

El informe de «The Forward» en 2015 sobre el surgimiento de «Canary Mission» lo sitúa en un contexto de tácticas previas en el debate sobre Medio Oriente. Ali Abunimah, de The Electronic Intifada, comentó en 2015 que «El enfoque en los jóvenes y estudiantes es un esfuerzo por intentar decir a la gente que habrá un precio por adoptar una postura política».
Daniel Pipes, del Middle East Forum, defendió estas tácticas como una forma de hacer que las personas comprendan la seriedad de sus posturas políticas, argumentando que «recopilar información sobre estudiantes tiene un valor particular porque les indica que atacar a Israel es un asunto serio».
Las acciones de estos grupos pro-Israel generan un clima de miedo y autocensura entre los estudiantes que apoyan la causa palestina. Se aconseja a los seguidores de grupos pro-Palestina que usen máscaras en las protestas para evitar ser identificados, acción esta criticada por Donald Trump quien suspendió las subvenciones a dos grandes universidades por apoyar esas máscaras y las protestas pro Palestina.
La negativa de Hillel (una organización paraguas para estudiantes judíos) a interactuar con partidarios del BDS ( movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones) y su exclusión de voces judías anti-sionistas ha sido criticada por generar auto-aislamiento y no representar la diversidad de opiniones dentro de la comunidad judía en los campus. «Solo es un espacio acogedor para aquellos que son sionistas y anti-BDS,» afirmaron algunos estudiantes sobre la experiencia de Jewish Voice for Peace en UCLA.
«Momento Decisivo»
Las tácticas usadas por estos movimientos tienen serias implicaciones para la libertad de expresión en los campus universitarios de EE.UU.. La creación de listas negras y la colaboración con entidades gubernamentales para posibles deportaciones representan una escalada preocupante que podría silenciar voces críticas hacia las políticas israelíes y generar un ambiente hostil para estudiantes y académicos, particularmente aquellos de origen árabe o musulmán.
Además, la instrumentalización de acusaciones de antisemitismo para reprimir la crítica política puede dañar la lucha genuina contra el antisemitismo.
Las universidades se enfrentan a un «momento decisivo» sobre dónde radican sus valores y si resistirán la presión para restringir el libre pensamiento y la expresión en sus campus. Tal como lo expresó el profesor Myers para el diario The Guardian. :
«Es un momento decisivo sobre dónde radican realmente los valores de uno,». La decisión que tomen tendrá profundas implicaciones para el futuro del debate académico y la libertad de expresión en Estados Unidos.