En los últimos años, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha sido acusado e investigado por corrupción, acusaciones que han sacudido los cimientos de su gobierno. Lo irónico es que no se le acuse de crímenes de guerra por el genocidio que la entidad sionista perpetra contra el pueblo palestino.
A estos escándalos se le suma uno nuevo: el «Qatargate». Este caso, de acuerdo a las investigaciones, señala que asesores del premier israelí, recibieron dinero de un representante de Qatar para promover los intereses del país árabe en los medios de la entidad sionista.
Esta promoción de intereses qataríes, también buscaba resaltar la influencia de Doha en la negociaciones entre israelíes y palestinos, a la vez que se menoscababa el papel de Egipto en las conversaciones.
Este escándalo, ha salpicado a empresarios y periodistas por igual, quienes han sido interrogados por el escandaloso hecho. Entre ellos está David Saij, un empresario israelí que anteriormente trabajó en los sistemas de seguridad del Estado hebreo.
De acuerdo al medio Imarabic, las investigaciones revelaron mensajes entre Saij y Srulik Einhorn, también asesor de Netanyahu. Otro de los interrogados habría sido el empresario Gil Berger, presunta conexión directa con países del Golfo, y quien sería el intermediario en la transferencia de fondos de Qatar a asesores de Netanyahu.
Los asesores de la discordia
Jonathan Urich y Eli Feldstein son dos exoficiales de prensa del ejército israelí. Urich es uno de los estrategas de mayor confianza de Netanyahu, fue quien ayudó a planificar la estrategia de comunicación del primer ministro en las recientes elecciones.
Además, forma parte del equipo de Perception, una firma de relaciones públicas propiedad del ya mencionado Srulik Einhorn.
Eli Feldstein por su parte es el enlace entre los corresponsales militares y la oficina del premier desde que comenzó la agresión israelí a la Franja de Gaza. De acuerdo a The New York Times, fue arrestado recientemente, bajo sospecha de filtrar información clasificada a un periódico extranjero.
Benjamin Netanyahu ha calificado estas acusaciones como una «cacería política» para derrocarlo. Mientras que el gobierno de Doha declaró en un comunicado que las acusaciones son infundadas.
Este escándalo se suma a la crisis de legitimidad que atraviesa el gobierno de Netanyahu por las continuas denuncias de corrupción, además agrega otro eslabón a los muchos cuestionamientos que involucran el asesinato de miles de palestinos en la Franja de Gaza.