El arresto de Ekrem İmamoğlu, alcalde de Estambul y principal figura opositora al presidente Recep Tayyip Erdoğan, ha desencadenado una ola de manifestaciones en todo Turquía, así como condenas a nivel internacional. İmamoğlu fue detenido el 19 de marzo bajo acusaciones de corrupción y supuestos vínculos con organizaciones terroristas, cargos que él y sus partidarios rechazan categóricamente.
Ozgur Ozel, líder del Partido Republicano del Pueblo (CHP), visitó a İmamoğlu en la prisión de Silivri, al oeste de Estambul, y declaró que el alcalde y otros funcionarios encarcelados «se mantienen orgullosos y sin miedo».
Las protestas, que han continuado durante seis días consecutivos, han reunido a miles de ciudadanos en ciudades como Estambul, Ankara e Izmir. Aunque en su mayoría pacíficas, algunas manifestaciones se tornaron violentas, lo que llevó a las autoridades a emplear cañones de agua, gases lacrimógenos y balas de goma contra los manifestantes.
Las fuerzas de seguridad han detenido a más de 1.100 personas desde el inicio de las protestas, incluyendo al menos a diez periodistas. El ministro del Interior, Ali Yerlikaya, informó que 43 individuos fueron arrestados por «insultos viles» dirigidos al presidente Erdoğan y su familia durante las manifestaciones.
Europa ha reaccionado con preocupación. El canciller alemán Olaf Scholz calificó el encarcelamiento de İmamoğlu como «totalmente inaceptable», mientras que Grecia también expresó inquietud por la situación. Sin embargo, Estados Unidos ha considerado la crisis como un asunto interno de Turquía.
Analistas políticos sugieren que el arresto de İmamoğlu podría ser una estrategia de Erdoğan para eliminar a un rival político significativo antes de las elecciones de 2028. İmamoğlu, quien fue elegido alcalde en 2019, ha sido visto como una amenaza creciente para el liderazgo de Erdoğan debido a su popularidad y éxito electoral en Estambul.
Mientras que otros analistas afirman que las manifestaciones tienen todas las características de las llamadas “revoluciones de colores” que son intervenciones con la influencia de actores externos, como Estados Unidos o la Unión Europea.
En el pasado, el presidente Recep Tayyip Erdogan ha acusado a actores extranjeros de intentar desestabilizar Turquía. Por ejemplo, durante las protestas del Parque Gezi en 2013, Erdogan sugirió que fuerzas internacionales estaban detrás de las manifestaciones para socavar su gobierno debido a sus posiciones nacionalistas contra la UE.
Mientras tanto, el CHP ha anunciado la designación de un miembro del consejo municipal para actuar como alcalde interino, evitando así que el gobierno central designe a un sustituto. Ozel también convocó a una última manifestación frente al Ayuntamiento de Estambul, instando a la población a unirse en solidaridad con İmamoğlu.