
La reciente decisión de la administración del presidente Donald Trump de enviar una delegación a Groenlandia, liderada por Usha Vance, esposa del vicepresidente JD Vance, ha generado una ola de indignación entre las autoridades y ciudadanos de la isla ártica.
La visita, que también incluyó al asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz, y al secretario de Energía, Chris Wright, es percibida como una maniobra agresiva en medio de las persistentes intenciones de Trump de anexar el territorio.
El primer ministro saliente de Groenlandia, Múte B. Egede, expresó su descontento, calificando la visita como una «demostración de poder» por parte de EE:UU. Egede cuestionó la presencia del asesor de seguridad en la isla, señalando que «el único propósito es hacernos una demostración de poder».
Por su parte, Jens-Frederik Nielsen, líder del partido Demócratas y sucesor de Egede, acusó a Estados Unidos de mostrar una falta de respeto hacia la población local. Nielsen enfatizó que la visita de Usha Vance y otros altos funcionarios estadounidenses es inapropiada y refleja una actitud desconsiderada hacia los groenlandeses.
La Casa Blanca anunció que Usha Vance viajará acompañada por uno de sus hijos y que su visita tiene como objetivo celebrar la cultura y las tradiciones de Groenlandia. Sin embargo, este gesto ha sido recibido con ira por parte de la población local, que ve en la delegación una continuación de las ambiciones de Trump sobre la isla.
La situación ha provocado protestas en Nuuk, la capital de Groenlandia, donde ciudadanos han manifestado su rechazo a la posible anexión por parte de Estados Unidos. Las encuestas indican que una abrumadora mayoría, alrededor del 80% de los groenlandeses se opone a formar parte de Estados Unidos, prefiriendo en su lugar avanzar hacia la independencia de Dinamarca.