Un total de ocho mujeres habían sido trasladadas en el vuelo de deportación con 238 migrantes venezolanos hacia El Salvador, ordenado el pasado fin de semana por el gobierno de Donald Trump, en Estados Unidos.
Con indignación, el designado para los Diálogos de Paz por Venezuela, Jorge Rodríguez, expresó este jueves:
¿Cómo es posible que ocho jóvenes mujeres venezolanas han sido llevadas a El Salvador y están allí secuestradas en una prisión de alta peligrosidad donde solamente hay hombres?
Sin pruebas, antecedentes ni conexiones concretas, fueron vinculadas con la organización criminal y llevadas a la fuerza y sin derecho a la defensa al Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), un recinto diseñado únicamente para hombres, construido por el presidente salvadoreño Nayib Bukele para encarcelar a los peores criminales de las mafias centroamericanas, pero también para cometer injusticias.
Ya son muchos los testimonios de los familiares de los migrantes venezolanos secuestrados en Estados Unidos (EE.UU.) y enviados a una cárcel de máxima seguridad en El Salvador, donde han sido torturados y criminalizados sin pruebas.
María de los Ángeles Padilla cuenta la historia de su hija Eimar del Cielo Padilla, una de las ocho mujeres que vivieron el terror tras la ejecución de la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, utilizada por la administración de Donald Trump contra un grupo de 238 venezolanos de manera ilegal, en una acción violatoria del Derecho Internacional.

La madre de Eimar relató que su hija se encontraba detenida en Texas, en migración y el pasado domingo fue trasladada al Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), en El Salvador. «Con los 238 venezolanos fueron ocho mujeres en ese vuelo. Allá las regresan porque esa no es una cárcel para mujeres, es una cárcel para hombres. A ella le tocó presenciar todo lo horrible que se vivió en ese avión porque ellos fueron engañados», señaló.
El engaño
«A ellos le dicen que se alisten porque se vienen a su país. Les cambian la ropa y ellos están creyendo que van a ser deportados a su país. Resulta ser que para su sorpresa, cuando el avión está aterrizando, ven el aviso de bienvenidos a El Salvador. Ahí todo el mundo entró en pánico, nadie se quería bajar del avión», comentó Padilla sobre la angustia de los pasajeros al percatarse de lo que ocurría.
Padilla refirió que a su hija la acusan de terrorista y de pertenecer a la organización criminal Tren de Aragua solo por sus tatuajes. Indicó que desde que llegó a EE.UU. la detuvo migración.
«Ella siempre tuvo un uniforme azul. A los 15 días de que la agarraron la trasladan a otra sede y sigue con el uniforme azul. La vuelven a trasladar a otra sede, sigue con el uniforme azul, pero ya cuando la pasan a Texas, específicamente cuando llega ahí, le cambian el uniforme y se lo colocan rojo con un brazalete rojo. Eso implica ya que ella es una persona peligrosa, de un momento a otro pasó a ser alguien muy peligroso como para tener un uniforme rojo», describió.
La pesadilla
Eimar le contó a su madre la pesadilla que representó el vuelo. «Eso fue algo horrible. Ella dice que fue algo traumático. Ella se asomaba por la ventanilla del avión y se la cerraban. Ella se empezó a dar de cuenta de que algo estaba pasando pues, que eso no era normal, que había algo más. Resulta ser que cuando el avión aterriza la sorpresa era que había el aviso que decía, ‘Bienvenidos a El Salvador’. Ahí fue donde ellos se dieron cuenta de que iban a vivir una pesadilla».
Ataque a mujeres
La señora Padilla añadió que su hija le comentó que eran 18 mujeres las que serían trasladadas, pero 10 no cabían en el avión. «Las intenciones de esa gente eran encarcelar a esas mujeres. Mi hija tiene morado en las muñecas, en los tobillos porque los encadenan como si fueran el peor peligro del mundo, la peor gente del mundo. Mi hija no tiene delito, yo voy a sacar sus antecedentes penales hoy, porque mi hija no tiene delito. Mi hija no es una delincuente, mi hija no es una terrorista», aseguró.
«Ella en las llamadas, eso me ha dicho, ‘mamá, me tratan como terrorista’. Tiene que beber agua del lavamanos del baño porque no les dan agua. No les dan información cuando ellas quieren preguntar qué va a pasar. ‘¿Por qué no nos deporta?’ ‘Ustedes no tienen derecho a nada’. Esas son sus respuestas. Si a ellos les parece que eso es así por qué simplemente no las mandan a su país y ya. ¿Qué necesidad tienen de torturarlos?», cuestionó.
Eimar es solo una de muchas mujeres venezolanas que han sido víctimas de estas acciones inhumanas contra los migrantes, impulsadas por la extrema derecha nacional e internacional. Ante esto, el Gobierno Bolivariano del presidente Nicolás Maduro ha reiterado que no descansará hasta traer de regreso a todos sus connacionales secuestrados.