Ya no hay ningún lugar donde un migrante se pueda sentir seguro de que no lo van a detener por su estatus migratorio en Estados Unidos. Ni en misa, ni en urgencias, ni recogiendo a su hijo en el colegio.
El 20 de enero, la secretaria en funciones del Departamento de Seguridad Nacional, Benjamine Huffman, emitió dos directrices en este sentido, en el marco del plan más amplio de la Administración de Donald Trump de llevar a cabo una deportación masiva, la “mayor de la historia”, en concreto.
La primera directriz anula las pautas de acción del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y del Servicio de Aduanas y Protección de Fronteras (CBP) que restringen aplicar las leyes migratorias zonas denominadas “sensibles” o en sus inmediaciones; estas son, entre otras, iglesias, escuelas y hospitales. Y la segunda directriz pone fin al amplio uso de la libertad condicional humanitaria, más conocida como parole, y devuelve el programa a un planteamiento caso por caso.
Todo esto sucede luego del descontento del presidente Donald Trump, durante el sermón de una la obispa Mariann Edgar Budde, en el que le pide clemencia para migrantes y personas LGBT.
La obispa Mariann Edgar Budde, la primera mujer en estar al frente de la Diócesis Episcopal de Washington DC, hizo un llamado de «clemencia» a Trump hacia minorías que estarán sujetas a las nuevas políticas que anunció al tomar posesión.
Trump, que estaba con la mirada al frente en un inicio, comenzó a mover la cabeza hacia otros lados. El vicepresidente J.D. Vance fue más expresivo, al voltear la cara para mirar a su esposa.
¿De qué se trata estas medidas?
“Esta medida faculta a los valientes hombres y mujeres de la CBP y el ICE para hacer cumplir nuestras leyes de inmigración y atrapar a extranjeros criminales —incluidos asesinos y violadores— que han entrado ilegalmente en nuestro país. Ya no podrán esconderse en las escuelas e iglesias de Estados Unidos para evitar ser arrestados”, dice un portavoz en el comunicado del anuncio de las directrices.
El parole humanitario es un estatus de inmigración temporal concedido por el Gobierno de Estados Unidos a personas que necesitan entrar en el país por razones humanitarias urgentes o por un beneficio público significativo. Suele utilizarse en casos de emergencia con un propósito humanitario crítico, como el tratamiento médico, la reunificación familiar o la necesidad de ayuda esencial en labores de socorro en caso de catástrofe, entre otras situaciones en las que la negación de entrada podría causar dificultades significativas al solicitante.
Aún así, hace pocos días, el gobierno de los EEUU llevó a cabo la deportación de una niña mexicana de 10 años que luchaba contra el cáncer
Y si bien en el papel se concede caso por caso, en la práctica del Gobierno ha otorgado la protección temporal a migrantes de un mismo país para agilizar los procesos. Así, cientos de miles de venezolanos, haitianos, salvadoreños, mexicanos y nicaragüenses, principalmente, aunque también hay otras nacionalidades incluidas, han podido vivir y trabajar en Estados Unidos sin temor a ser deportados. Ahora, en cambio, son un blanco fácil.
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