El bloqueo de Estados Unidos a Cuba consiste en un conjunto de medidas de coacción y agresión económicas que entrañan una conducta genocida, orientadas a provocar asfixia e inmovilidad, por lo que supone un freno para el desarrollo socioeconómico cubano.
El 7 de febrero de 1962, el entonces presidente de EE.UU. J. F. Kennedy, mediante la Sección 620a de la Ley de Ayuda Extranjera (1961), declaró el bloqueo total contra Cuba.

EE. UU. justificó esa decisión con el acercamiento de la isla caribeña hacia la comunidad de países socialistas europeos y en particular con la Unión Soviética.
La medida tomada por Kennedy estaba amparada en una vieja Ley de Comercio con el Enemigo de 1917, promulgada contra el antiguo imperio alemán y sus aliados durante la entrada de Washington en la Primera Guerra Mundial.
El bloqueo se mantiene hasta hoy en día y ha sido calificado por el Gobierno cubano como «el mayor obstáculo» para el desarrollo del país. Es una política unilateral que constituye una flagrante violación de los derechos humanos de todos los cubanos y que en los últimos 63 años ha provocado a nuestro país daños acumulados que ascienden los 160.000 millones de dólares.
El Canciller cubano, Bruno Rodríguez, expresó en su cuenta X: «Son 63 años de implementación de esa criminal política de asfixia económica y castigo a las familias cubanas».